Las familias debemos considerar a los recursos naturales como dones que Dios da a cada uno de nosotros para administar con sabiduría y ofrecer a las siguientes generaciones.
“Bendiga la tierra al Señor, cántenlo y ensálcenlo por los siglos. Bendigan al Señor cuanto brota en la tierra, cántenlo y ensálcenlo por los siglos. Bendigan, mares y ríos, al Señor, cántenlo y ensálcenlo por los siglos. Bendigan, todas las aves del cielo, al Señor, cántenlo y ensálcenlo por los siglos. Bendigan todas las bestias y ganados al Señor, cántenlo y ensálcenlo por los siglos. Bendigan, hijos de los hombres, al Señor, cántenlo y ensálcenlo por los siglos.” (Da 3,74).
“Entonces dijo Dios: Hagamos al ser humano a nuestra imagen, según nuestra semejanza, para que dominen sobre los peces del mar, las aves del cielo, los ganados, las bestias salvajes y los reptiles de la tierra. Y creó Dios al ser humano a su imagen; a imagen de Dios los creó; varón y mujer los creó. Y los bendijo Dios diciéndoles: Crezcan y multiplíquense; llenen la tierra y sométanla; dominen sobre los peces del mar, las aves del cielo y todos los animales que se mueven por la tierra. Y añadió: Les entrego todas las plantas que existen sobre la tierra y tienen semilla para ser sembradas; y todos los árboles que producen frutos con su semilla les servirán de alimento…. Y así fue. Vio entonces Dios todo lo que había hecho, y todo era muy bueno” (Gen 1, 26-31).
¿Tengo claro que Dios me ha dado la misión de ser administrador de la creación?¿Considero tener una conciencia ecológica alerta y bien informada? ¿Estoy dispuesto a comprometerme a trabajar por la ecología lo más posible?
¿Qué plan familiar vamos a hacer para avanzar en conciencia y coherencia ecológicas? ¿Cómo vamos a transmitir a nuestros hijos lo que hemos aprendido en este tema? ¿Qué mundo queremos dejar a nuestros hijos y nuestros nietos?
¿Qué podríamos hacer en el vecindario o en nuestra localidad?
Dios “es el Señor y Creador y de Él es la tierra y todo lo que contiene”.
Dios creó al hombre, lo colocó en el jardín del Edén para que lo labrara y cuidara, e hiciera uso de él, no como dueño absoluto, sino como administrador con límites.
Los límites en el uso de la tierra, preservan la justicia y el derecho de todos a los bienes de la creación, que Dios destinó al servicio de todos.
Señor ayúdanos a que desde nuestra familia sepamos reconocer y agradecer todos los dones que Tú colocas a nuestra disposición en la Creación para que los sepamos usar con una visión solidaria y responsable de modo que nuestros hijos sean buenos administradores del mundo que Tú pones en sus manos.
La teología y la catequesis de la Iglesia han reflexionado sobre la creación, la tierra, la naturaleza, el progreso, etc., pero en los años ochentas aparece el concepto que nosotros hoy conocemos como ecología. La ecología alude a la naturaleza como la casa en que todos vivimos. En el documento del CELAM en Aparecida se nos recuerda la importancia de tomar conciencia de la naturaleza como una herencia gratuita que recibimos para proteger la convivencia humana de modo responsable para bien de todos. La explotación irracional de los bienes de la creación deja consecuencias preocupantes en las que tiene una enorme responsabilidad el desmedido afán por la riqueza, la actitud egoísta por encima de la vida de las personas en especial de los campesinos e indígenas, que tienen que migrar a las grandes ciudades para salir de la miseria. Hay que progresar en el desarrollo para valorar las riquezas de la tierra y su capacidad al servicio del bien común, evitando la industrialización descontrolada, que contamine con desechos orgánicos y químicos y produzca eliminación de bosques, contaminación del agua y mayor desertificación.